sábado, 30 de mayo de 2009

METODOLOGÍAS PARA ENSEÑAR LECTURA

El lenguaje es el vehiculo por el cual se trasmite el pensamiento y también es el que le permite al ser humano satisfacer la necesidad de comunicarse con los demás. El proceso de comunicación es probablemente la actividad que mas influye en el comportamiento humano. Dada a la importancia de la comunicación en los seres humanos, no es de extrañar que la enseñanza del lenguaje sea uno de los temas más sobresalientes en la educación formal. Toda enseñanza escolar se ofrece mediante el uso de las artes del lenguaje, ya que no se puede prescindir de éstas para comunicar pensamientos o impartir conocimientos. Los educadores deben relacionarse con las teorías y metodologías de lectura con el propósito de aplicar aquellas que le resulten más eficaces al proceso de enseñanza aprendizaje.

Las instituciones educativas han tenido como objetivo fundamental alfabetizar a los alumnos y este proceso comienza con la enseñanza de la lectura y escritura en los primeros años. La meta de la enseñanza de la lectura en las aulas es desarrollar las competencias básicas de la comunicación en los alumnos es decir desarrollar las cuatro habilidades comunicativas: hablar, escuchar, leer y escribir, sin perder de vista que estos componentes dependientes entre sí, y deben ser enseñados simultáneamente.

Si se parte de que toda enseñanza formal se da mediante las artes del lenguaje, no es de extrañar que el desarrollo de las competencias del lenguaje que adquieran los alumnos durante sus primeros años influyen grandemente en todo su aprendizaje. Es por esto, que el proceso de aprendizaje de la lectura llama la atención de los educadores y de los investigadores en el área de la pedagogía, especialmente las diversas metodologías que puedan ser utilizadas para enseñar lectura y su efectividad en los educandos. Los educadores, principalmente aquellos que enseñan la lengua como asignatura, presentan preocupaciones en relación al método que se debe utilizar en las aulas de clase a la hora de enseñar lectura a los alumnos.

Si bien es cierto que educadores e investigadores coinciden en que el propósito fundamental de la enseñanza de la lectura es comprender lo que se lee, difieren respecto a la aceptación de las teorías que explican el proceso de lectura, al igual que sobre los métodos que propician la comprensión de la lectura. Las teorías y metodologías que se presentan en las investigaciones pueden agruparse en dos vertientes principales que se discuten a continuación.

4.1 TEORÍAS Y METODOLOGIAS SOBRE EL PROCESO DE APRENDIZAJE Y LA LECTURA.

Las teorías que explican el proceso por el cual los niños aprenden a leer, están clasificadas en la vertiente tradicional conocida como la teoría de transferencia de la información (de la base al tope) y la teoría interactiva que luego se expandió para formar la teoría transaccional conocida como (del tope a la base)

4.1.1 La teoría de transferencia de información representa lo que hoy se conoce como la teoría tradicional del proceso de lectura. Se conoce también como la teoría de la base al tope porque esta orientada en torno al texto. El texto es lo que tiene su primacía en esa teoría, y el lector lo que hace es transferir a su cerebro la información que el texto le ofrece, tal como aparece en el escrito, de ahí su nombre de la base al tope. Este proceso trata la lectura como producto de un proceso divisible en sus partes, en el cual el sentido y el significado se encuentran en el texto, y la lectura se rige por unas reglas fijas universales. La lectura se inicia en el texto; las letras y sonidos llevan a las palabras y es un proceso que se estructura en niveles; es secuencial y jerárquico. El lector se considera como un puro receptor de información, quien asimila el significado que el texto a procurado comunicar (Carney, 1992). La línea de pensamiento que sigue esta teoría de transferencia de información, presenta la concepción lingüística de reconocimiento de palabras como vehículo para lograr la comprensión de la lectura. La lectura es vista como una respuesta a un código visual sobreimpuesto en el lenguaje auditivo. De esta concepción se deriva el método fónico de lectura.

El método fónico enfoca el aprendizaje del lector desde una perspectiva didáctica como necesidad escolar, que debe realizarse mediante la enseñanza directa. Este método requiere un procedimiento sistemático de la acción educadora y un carácter procesal basado en la identificación de grafemas, que permitan el acceso al contenido del texto. En él se practica la relación entre sonido y símbolo. Este sistema da prioridad a los elementos lógicos y técnicos del lenguaje, poniendo todo énfasis en el proceso de aprendizaje y no en el resultado. El método fónico reconoce las ideas esenciales de los métodos de reconocimiento de palabras como el alfabético, el silábico onomatopéyico de palabras, global, ideovisual y ecléctico o mixto, de ahí la tendencia a agrupar con él los demás métodos.

La teoría de transferencia de información y el método fonético de lectura recogen el modo tradicional de enseñar a leer a los niños. No obstante, los métodos para enseñar a leer a los niños han variado por la influencia de los estudios psicolingüísticos, realizados a partir de los años sesenta. La psicolingüística es una disciplina que combina la psicología y la lingüística para describir los procesos psicológicos que se ponen en marcha cuando las personas usan el lenguaje. La unión de estas dos disciplinas ha enriquecido el curso de la enseñanza del lenguaje. A partir del auge de estos estudios, el interés de los investigadores sobre el proceso de la lectura ha traído a las aulas, nuevas teorías que cuestionan el enfoque tradicional de la enseñanza de la lectura.

Keneth Goodman y Frank Smith son algunos de los investigadores que han presentado objeciones a las teorias de la transferencia de información y han propulsado nuevas teorias basadas en estudios psicolingüísticos, que toma en cuenta los conocimientos previos que el lector trae al enfrentarse a un texto y está centrada en el rol del lector durante el proceso de la lectura. Posteriormente, Rosenblatt y Shanklin, partiendo de la teoría interactiva, propusieron la teoría transaccional, como ampliación a esta. La teoría transaccional considera que “el significado que se crea cuando lectores y escritores se encuentran en los textos se considera mayor que el texto mismo o que los conocimientos previos del lector.” (Carney, 1992)

4.1.2 La teoría transaccional, o del tope a la base como se habia mencionado anteriormente, parte de los siguientes principios: la comprensión del texto implica una compleja interacción entre el texto, las estructuras cognitivas del autor, las estructuras cognitivas del lector, la situación comunicativa (lector- texto-contexto). En síntesis, esta teoría parte de que el lector hace sus propias hipótesis en busca del significado tomando en cuenta el texto, así mismo, y el contexto en el cual realiza la lectura. El lector es un sujeto activo en el proceso de comprender los mensajes que recibe. Esta teoría toma en cuenta la interacción que existe entre lenguaje y pensamiento al momento de leer; toma en cuenta el conocimiento previo del lector, y el proceso de unirlo al nuevo conocimiento, y se basa en una concepción psicolingüística. Bajo esta concepción se encuentra el método de lectura conocido como lenguaje integral. Este método está apoyado por varios investigadores como K. Goodman, F. Smith, Y. Freeman, T. H. Carney, y otros. El método de lenguaje integral ve la lectura como un todo y se fundamenta en la globalidad comunicativa. Yvonne Freeman (1988: 22) se refiere al método del lenguaje integral de la siguiente manera:

“El método integral realmente no es un método sino una filosofía de enseñanza que estimula los alumnos a leer y escribir. Los educadores que tienen una filosofía del lenguaje integral planean un currículo que se centre en el educando y que se basa en sus intereses inmediatos. La concepción de que el aprendizaje procede del todo a las partes es básica a esta filosofía. Los niños desarrollan primero un entendimiento global y gradualmente llegan a entender las partes. La lectura y la escritura son relacionadas con actividades significativas que se centran en unidades de interés para los alumnos. La lectura es vista como una experiencia enriquecedora no como un proceso de dominio de habilidades.”

Esta concepción tiene como propósito comprender lo que se lee como un todo antes de examinar las partes donde la comprensión se da continuamente durante el proceso de la lectura. Si se tiene en cuenta todo lo expuesto hasta el momento con respecto a los métodos de enseñanza de la lectura se diría que a pesar de que en su momento todos han jugado un papel dentro de la formación lectora de los educandos, es este último, el que apunta a las nuevas practicas en la enseñanza de la comprensión de la lectura planteadas desde la significación, en busca de que el lector construya sus propios significados, que es en la actualidad lo que se plantea desde los lineamientos curriculares de Lengua Castellana.


GÉNERO NARRATIVO


El género narrativo permite a través de sus diversas formas (mitos, cuentos, leyendas, fabulas etc.), orientar la aplicación de la propuesta constructivista para obtener un aprendizaje significativo como eje central dentro de la comprensión de la lectura, por ello, a continuación se presentarán a groso modo las características de la narrativa y algunos tipo de narraciones pertenecientes a este género.

¿QUE ES LA NARRACIÓN?

Se entiende la narración como el ejercicio de relatar los hechos de unos personajes que se han producido a lo largo del tiempo. En la comunicación, es la forma mas utilizada, porque lo habitual es contar cosas. La narración normalmente no aparece en estado puro. Los textos narrativos incluyen la descripción y el dialogo como formas expresivas imprescindibles, ya que son el medio adecuado para caracterizar a los personajes y los ambientes (mediante la descripción y el dialogo). Además las narraciones están hechas no solo para entretener, sino también para ayudar a conocer, para dar forma de palabra a todo aquello que podemos saber o imaginar acerca del universo y de nuestra existencia. Para Van Dijk, el texto narrativo debe tener como referente un suceso o una acción que cumplan con el criterio de suscitar el interés del interlocutor.

Por otra parte la narración presenta unas corrientes que le dan una organización y clasificación esta corrientes son:

Realista: si los hechos narrados resultan verosímiles y pueden darse en la realidad.

Fantástica: si los hechos narrados no pueden darse en la realidad.

Ciencia- ficción: si se narran hechos fantásticos pero que podrían suceder en el futuro.

En esta línea (caracterizar al texto narrativo) los textos tienen características propias que los identifican, en este caso los narrativos se distinguen por cincos aspectos primordiales:

1. La verosimilitud es la cualidad que hace que los hechos narrados parezcan verdaderos, aunque no lo sean.

2. Capacidad para atraer la atención del lector mediante la naturaleza misma de la acción de los personajes, el ambiente en que tiene lugar la acción relatada y, por supuesto, el enfoque o punto de vista del autor. En esta medida se consigue que:

· Se exprese con palabras atractivas (tanto por su forma de sonar al oído como por los significados que hiciera pensar).

· Explique y sugiera detalles y matices con la precisión y claridad.

· Capte la relación que hay entre un aspecto y otro de los que integran su relato.

· Entre en materia, haciendo nada mas que algo insólito suceda o expresando de forma directa algún hecho sorprendente y dejar pendiente al lector y se espolea su curiosidad.

3. Elección del tema que mejor pueda ser abordado
· La temática puede pertenecer al campo de lo observado por el autor.
· El autor puede crear un mundo fantástico. El poder creador del autor actúa sobre el mundo real, mediante sus propias sensaciones y experiencias, recreando las cosas, esto es, creando una nueva realidad.

4. Estructuración del contenido: el escritor distribuye el material narrativo como resulte más conveniente.

5. Se le confiere a todo ello una forma lingüística determinada, evitando las aclaraciones innecesarias, el exceso de detalles, el abuso de la repetición, entre otros.

Teniendo en cuenta las edades y preferencias de los estudiantes involucrados en el proyecto, se tuvieron en cuenta para el desarrollo de la práctica los siguientes tipos de narración:

El cuento: es una forma particular de narración cuyo contenido suele ser diferente al de otros discursos. Contiene un problema o conflicto y estos giran entorno a los propósitos de los personajes y tienen un tipo de acción y de resolución.

La descripción: es la
explicación, de forma detallada y ordenada, de cómo son ciertas personas, lugares, objetos, etc.
La descripción es otro de los prototipos textuales. Describir significa representarlo a través de la palabra, mediante la explicación de sus diversas partes, cualidades o circunstancias.
Una descripción equivale a un retrato escrito o hablado de una persona, animal o cosa. Leer o escuchar una descripción es lo mismo que ver una fotografía de lo que se describe.
Una descripción sirve sobre todo para ambientar la acción y crear una atmósfera que haga más creíbles los hechos que se narran. Muchas veces, las descripciones contribuyen a detener la acción y preparar el escenario de los hechos que siguen. Por eso, una sobrecarga de descripción torna lento un
relato, mientras que la ausencia de descripción convierte ese texto en un mensaje frío.
La descripción puede ser objetiva, si tiene una intención explicativa o informativa. También puede ser subjetiva si deja entrever la opinión o los
sentimientos de la persona que la realiza hacia aquello que es descrito.
Los elementos más frecuentes en una descripción son los
adjetivos (blanco, negro, alto, bajo, alegre, triste, etc.) y las indicaciones de posición u organizadores de la descripción (a la derecha, a la izquierda, arriba, abajo, al medio, al centro etc.)

La Fabula: es un texto de juegos protagonizado por animales que hablan y escrito en prosa o verso con una intención
didáctica de carácter ético y universal formulada la mayor parte de las veces al final, en la parte denominada moraleja, más raramente al principio o eliminada ya que puede sobreentenderse o se encuentra implícita. Francisco Martín García, gran estudioso del tema, la define como: Un relato más bien corto, donde pueden intervenir animales, hombres, dioses, plantas y personificaciones, habitualmente con carácter ficticio y siempre con valor simbólico, que puede ser una narración entretenida, útil y bien pergeñada, y que busca enseñar deleitando mediante el ejemplo y la crítica social

La leyenda: relata sucesos fabulosos trasmitidos oralmente por tradición, esta trata los acontecimientos con un referente histórico. Por lo general, la leyenda cuenta situaciones que verdaderamente han ocurrido, o de personas que existieron de verdad. En su proceso de formación, largo y colectivo, lo que fue verdadero se va modificando hasta llegar a ser inventado en su totalidad.

Otras veces la actitud reverencial tiene que ver con el medio más que con la admiración, con el temor que inspiran determinados lugares a los que se atribuyen propiedades malignas:

· Leyendas que relatan el origen de un accidente geográfico.
· Los modos de ser y parecer de plantas, animales y minerales.
· Como unos elementos de la naturaleza se convierten en otros.
· Las que explican el nombre de un determinado lugar.
· Las que abordan el por qué de ciertas costumbres tradicionales.
· Las que narran como se llevo a cabo la relaciona de una ciudad

Los Textos Ilustrados: Son textos literarios acompañados de ilustraciones que crean las partes más significativas del relato y lo enriquecen. En ellos predomina el texto sobre las imágenes. Todos los géneros antes mencionados pueden ser la materia prima de un libro ilustrado. Así, puede haber cuentos ilustrados, poemas ilustrados… y no sólo para los niños más pequeños, sino para los jóvenes y aun para los adultos.

HÁBITO LECTOR

Mucho antes de que un niño empiece a aprender a leer, ya se ha formado algunas actitudes respecto a la cultura escrita: a leer, a las letras, a los libros y a todo lo que esta impreso. Todo depende de cómo haya vivido los primeros años de su vida, de si en su entorno hay muchos libros o ninguno, de si ve a menudo a personas (padres y hermanos) que leen, o de si ya empieza a mirar y a observar libros. En conjunto los familiares y el entorno transmiten subliminarmente una actitud definida a la lectura. Por eso el trabajo de aprendizaje que inicia la escuela se edifica inevitablemente sobre estas actitudes, incipientes pero importantísimos, que constituyen las raíces de la lectura”. (Daniel Cassany: 2002, 208)

Podemos decir que uno de los espacios esenciales para la lectura es el hogar, definiéndola como la estación cero, el punto de partida de todo el proceso lector. En cierta medida, cada uno de los otros dos espacios claves (la escuela y la biblioteca) constituye una parada necesaria en nuestro camino como lectores autónomos.

La primera estación casi siempre nos prepara para leer la realidad, el entorno más inmediato en que transcurren los primeros años de vida: allí se aprenden a leer las expresiones en los rostros de nuestros familiares, los gestos mediante los cuales se nos transmiten las emociones, las peculiaridades de los objetos y de los animales que nos rodean... El hogar es, también, el sitio privilegiado para descubrir la palabra en su forma oral. Allí se nos revela que el vocablo casa no nos da cobijo, pero sí designa el lugar en que vivimos. Comienza, así, nuestra aventura por el mundo de las palabras escuchadas y dichas, hasta que un buen día alguien (nuestros padres, uno de los abuelos, una tía o un primo) nos muestra que ellas pueblan los libros bajo la forma de signos. Casi siempre, los viajeros abandonamos esta parada sin haber aprendido a desentrañar esas marcas impresas sobre el papel, pero todos sabemos que cuentan historias, que pueden ser muy musicales y cadenciosas, que atesoran muchísima información sobre el universo...

La segunda estación, la escuela, por lo general permite el encuentro con la lectura de la palabra. En el colegio se nos enseña a descifrar esas marcas impresas que llamaban nuestra atención desde las páginas de los libros y las revistas que veíamos en el hogar, a vincularlas con nuestra experiencia de vida. Comienza una nueva etapa del viaje en la que nos iniciamos en el manejo del código al cual obedecen esos signos lingüísticos y se nos abren las puertas para entender sus significados. Esta es, sin duda, una etapa decisiva y fundamental en el proceso de formación de todo individuo. Mediante la lectura, aprehendemos el mundo y lo incorporamos a nuestro acervo; a través de ella recibimos un rico legado de conocimiento y cultura. En este sitio, la responsabilidad se encuentra en manos de los docentes, quienes guardan la llave que nos permite acceder a los territorios poblados por la palabra escrita.

La tercera estación es la biblioteca, un territorio compartido por toda una enorme población de usuarios que entramos a ella en busca de libros y lecturas, con fines placenteros o utilitarios, en búsqueda del texto que puede entregarnos el dato preciso para nuestro estudio o de la lectura agradable para un rato de esparcimiento. Y cabría agregar que en la biblioteca se nos enseña a compartir y a respetar los bienes comunes, la propiedad social, a través del cuidado de los libros, que constituyen un patrimonio de la comunidad informal de usuarios, un bien por todos compartido.

Las tres estaciones, que conforman una especie de cadena, son importantes y todas las personas que interactúan con nosotros en estos espacios resultan decisivas en nuestra formación como lectores. En la infancia, casi siempre transitamos por esas estaciones, vamos y volvemos de una a otra, aunque la incidencia de ellas en nuestro itinerario lector suele ser muy distinta y, por consiguiente, singular.



sábado, 16 de mayo de 2009

LA LECTURA


Leer para muchos maestros solo es un caso de decodificación y de sonorización de las letras sin mirar si sus alumnos han entendido algo. Pero observando definiciones nuevas y mas comprometidas con el acto de leer encontramos que es “interrogar el lenguaje escrito como tal, a partir de una expectativa real (necesidad / placer) en una verdadera situación de vida” (Josette Jolibert, 1997), es decir, interactuando con el mundo que nos rodea otorgando significación a los objetos, comprendiendo sus características y relaciones, que va desde un nombre de calle en un letrero, a un afiche, un embalaje, un diario, un panfleto.

Desde de la propuesta constructivista, mirada por Josette Jolibert (1997), el niño interroga los textos dándole sentido y significado a lo que lee, logrando que su comprensión no se quede en lo literal sino que trascienda a la comprensión inferencial directa o más allá. A este se une Goodman (1992) demostrando que el muestreo, las anticipaciones, las predicciones, las inferencias, las autocorrecciones; son estrategias que habitualmente utiliza un buen lector; puesto que concebir un acto de lectura de esta manera determina un accionar pedagógico particular que por cierto, no va a consistir en enseñar las letras y los correspondientes sonidos sino en plantear a los niños situaciones que estimulan y demandan la utilización de estrategias al encontrar un texto escrito.

Para alcanzar los niveles de comprensión se deben tener en cuenta los esquemas que el sujeto ya tiene y el modo de asimilarlos, es decir, la manera en que espontáneamente van organizándose los nuevos instrumentos intelectuales (Inheler, Sinclair y Bovet, 1985). A partir de dichos niveles, los niños pueden construir operaciones mentales como identificar, asimilar, poner en relación, combinar, comparar, clasificar, seriar, inducir, deducir, emitir hipótesis y verificarlas, simbolizar, codificar, esquematizar, representar, producir, transformar, transponer, transferir, etc. Entonces estas operaciones mentales están en la base de todas las actividades de lectura y de producción de textos, se transversalizan en la medida que son aplicadas en todas las áreas para ayudar en la comprensión literal e inferencial de la lectura. Estas propuestas constructivistas han resaltado la importancia de lo que aporta el lector, su competencia lingüística y cognitiva del tema y las estrategias que utilizan para comprender un texto, es decir para construir su sentido.

En los aspectos relacionados con los procesos de lectura encontramos autores que exponen concepciones acerca de estos conceptos: Isabel Solé (1987), Frank Smith (1987), Josette Jolibert (1997) y Rubén Darío Hurtado (2001 en Colombia).

Isabel Solé (1987) propone que leer es un proceso de interacción entre el lector y texto, mediante el cual se comprende el lenguaje escrito; en el acto de leer hay varios factores que están presentes durante la lectura, uno de ellos es la presencia de un lector que procede y que examina el texto el cual aporta al mismo unos objetivos, ideas y experiencias previas. Es el lector quien interpreta el texto sumergiéndose en todo un proceso de predicción e inferencia, otros factores son el conocimiento del mundo y del texto. Afirma Solé (1987) que: “siempre se lee para algo, ya sea para llenar un tiempo de ocio y disfrutar o para buscar una información concreta, para seguir instrucciones concretas de una actividad (cocinar, jugar, etc.) también para satisfacer una necesidad o para alcanzar un objetivo determinado”. La autora menciona además que el texto se lee dependiendo en gran parte de los objetivos que tiene el lector, teniendo en cuenta el tipo de texto ya que estos son diferentes, si es un periódico, una carta, un afiche, una novela o una enciclopedia, debido a que su contenido, superestructura y estructura textuales cambian.

En la misma línea Frank Smith (1987) plantea que leer es un acto psicolingüístico de carácter interactivo entre el pensamiento y el lenguaje, porque se relacionan la información no visual que posee el lector con la información visual del texto y con estos dos factores se construye el sentido del texto. Smith opina que la lectura es un proceso global e invisible, que el sentido del mensaje escrito no esta en la mente del autor sino que es el lector quien construye el significado de lo que lee a través de la interacción con el texto; además las experiencias previas del que lee juegan un papel fundamental en la comprensión del mismo.
Así mismo Josette Jolibert (1997) sustenta que “leer es atribuir directamente un sentido al lenguaje escrito”, “Directamente” quiere decir, sin pasar por intermedio:

· Ni de la codificación (letra a letra, silaba a silaba, palabra a palabra)
· Ni de la oralización.

Leer es interrogar el lenguaje escrito como tal, a partir de una expectativa real (necesidad / placer) en una verdadera situación de vida. Desde esta perspectiva interrogar un texto es formular hipótesis sobre su sentido, a partir de los índices que se detectan, muchos de esos índices son de naturaleza diferente a la de los elementos meramente lingüísticos de los textos mismos restringido del termino y verificando esas hipótesis. Esta interrogación del texto se desarrolla a través de toda una estrategia de lectura puesto que no tiene nada que ver con una decodificación lineal y regular que parte de la primera palabra y de la primera línea para terminar en la última palabra de la última línea, varia de uno a otro y de un texto a otro, para su mismo lector; y de un objeto de investigación a otro, para un mismo lector de un texto (yo puedo buscar informaciones diferentes en un mismo articulo, en momentos diferentes), en esta misma secuencia, para Hurtado leer es un proceso de construcción de significados a partir de la interacción entre el texto, contexto y el lector, entendiéndose así la comprensión de la lectura de un texto como la reconstrucción de su significado a partir de la consideración de pistas contenidas en el texto que se lee, es por esto que hablar de comprensión lectora, remite a saber qué es aprendizaje significativo (desde Ausubel, 1976) y por ende qué es el constructivismo, ya que el primero es el resultado de la propuesta constructivista.

En cuanto al aprendizaje significativo Ausbel (1976), como otros teóricos cognitivitas, postula que el aprendizaje implica una reestructuración activa de las percepciones, ideas, conceptos y esquemas que el aprendiz posee en su estructura cognitiva. Se Podría caracterizar esta postura como constructivista “(el aprendizaje no es una simple asimilación pasiva de información literal, el sujeto la transforma y estructura)” e integracionista “(los materiales de estudio y la información exterior se relacionan e interactúan con los esquemas de conocimiento previo y las características personales del aprendiz)” (Díaz Barriga 1989:15). Ausubel (1976), concibe al alumno como un procesador activo de la información, y plantea que el aprendizaje es sistematizado y organizado, pues es un fenómeno complejo que no se reduce a simples asociaciones memorísticas. Aunque se señala la importancia que tiene el aprendizaje por descubrimiento (dado que el alumno reiteradamente descubre nuevos hechos, forma conceptos, infiere relaciones, genera productos originales, etc.), desde esta concepción se considera que no es factible que todo el aprendizaje significativo que ocurre en el aula debe ser por descubrimiento; antes bien, por un aprendizaje verbal significativo, que permita el dominio de los contenidos curriculares que se imparte en la escuela, principalmente a nivel medio y superior.

Es importante recalcar que el aprendizaje significativo no es la “simple conexión” de la información nueva con la ya existente en la estructura cognitivista del que aprende, por el contrario solo el aprendizaje mecánico es la “simple conexión” arbitraria y no sustantiva; el aprendizaje significativo involucra la modificación y evolución de la nueva información reciente, así como de la estructura cognitivista en vuelta en el aprendizaje (Ausubel, 1983: 46-71)

Por otra parte el constructivismo postula la existencia y prevalencia de procesos activos en la construcción del conocimiento: habla de un sujeto cognitivo aportante, que claramente se destila a través de su labor constructiva lo que le ofrece su entorno.; según la posición constructivista el conocimiento no es una copia fiel de la realidad sino una construcción significativa del ser humano. Esta construcción es realizada fundamentalmente por los esquemas que ya poseen el hombre y por la actividad externa o interna que el aprendiz realice al respecto. Lo anterior implica que la finalidad última de la intervención pedagógica es desarrollar en el alumno la capacidad de realizar aprendizajes significativos por si solos en una amplia gama de situaciones y circunstancias.

Teniendo en cuenta las afirmaciones anteriores, es necesario insistir en que leer de manera permanente es importante, así como permitir que escriban debe ser algo fundamental mas no suficiente para que los alumnos construyan la lengua escrita de manera significativa, para esto, se hace necesario la intervención de un maestro o padre de familia que conozca el proceso del niño frente al aprendizaje y comprensión de la lectura.

Además de lo anterior se hace necesario que desde los primeros años de estudio se motive al niño a la lectura, para poco a poco ir avanzando en la adquisición de microhabilidades entendidas como una serie de destrezas especificas de comprensión que son fundamentales en el desarrollo de dicho proceso de lectura, algunas de ellas son: la memoria, la anticipación, la inferencia, entre otras, y luego avanzar hacia el desarrollo de capacidades cognitivas superiores que le permitan al estudiante construir significados a partir de lo leído. Es por eso que cada docente tiene la tarea de implementar estrategias que los lleven al gusto por la lectura, pues depende del buen hábito lector, el nivel de comprensión que se obtenga.

Otro de los aspectos relacionados con el gusto de la lectura es el hábito lector que han adquirido los niñ@s en el transcurso de su vida y que es en definitiva un punto determinante para que la lectura sea amena, productiva y autónoma.